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UniversidaddeCádiz
Escuela Superior de Ingeniería

Mujeres de la ESI: referentes para futuras ingenieras

Sonia Sáinz Baizán

Ingeniera Eléctrica en el sector de la Automatización Industrial

Mi carrera profesional comenzó cuando en segundo de bachillerato decidí que tenía que estudiar una carrera relacionada con los números, ya que no se me daba muy bien todo lo relacionado con letras.

En mi colegio nos enseñaron las diferentes oportunidades que teníamos, pero sinceramente a mis 17 años no estaba preparada para hacer una “buena” elección. No obstante, escogí estudiar ingeniería industrial, al principio pensé elegir la especialidad de mecánica, sin embargo, en segundo año cuando cursé la materia de electricidad, supe que ese sería el camino a seguir.

Durante mi paso por la universidad pude ver que poco a poco éramos más mujeres en las aulas, pero muy pocas en comparación con los hombres.

En tercero de carrera, de la mano de Dr. Higinio Sánchez Sainz, descubrí mi pasión por la automatización industrial, lo que me hizo querer profundizar en la materia, realizando mi trabajo final de grado denominado “Diseño y simulación de un sistema híbrido de recarga de vehículos eléctricos”, sistema que estaba totalmente gestionado por un autómata.

El trabajo final de grado tuvo no una, si no dos recompensas a mi esfuerzo, ya que fue calificado con matrícula de honor y fue premiado por la fundación Renault con el premio al mejor trabajo final de grado realizado por mujeres universitarias.

En ese momento pensé que ese premio me abriría “rápidamente” las puertas al mercado laboral, pero nada más lejos de la realidad, más bien no tuvo importancia para las empresas.

En este mundo de la ingeniería, te conviene estar segura de ti misma, y no dejar que los comentarios te afecten, pero también vas aprendiéndolo poco a poco. Desde siempre he sido muy cabezota, y pienso que es una virtud, porque ha hecho que nunca renuncie, independientemente de lo que te digan.

Unos años más tarde del premio, después de hacer prácticas de empresa y de trabajar gracias al plan de empleo juvenil, llegó mi primera oportunidad en una empresa que se dedicaba a la automatización industrial.

Empecé con mucha ilusión y muchas ganas de aprender, de superarme y de dedicarme a mi pasión, estuve un año aproximadamente dándolo todo, pero a veces las personas no saben valorar todo tu esfuerzo, con comentarios del tipo “es que tu curva de aprendizaje, en seis meses, no ha sido la que yo esperaba”, recuerdo que ese comentario me dolió, pero como he dicho anteriormente mis padres me hicieron una persona “fuerte” de ideas. También recibí algún que otro desplante machista, por ejemplo, recuerdo un jefe de obra que cuando tuve que hablarle para explicar mi trabajo, no solo no me escuchó si no que miró a uno de mis compañeros, reclamándole que le explicase mi trabajo, evidentemente mi compañero no lo hizo y yo automáticamente decidí no hablar con una persona que no me quería respetar. A veces, pienso que no solo fue el hecho de ser mujer, sino que también le molestaba que fuese joven para hacer el trabajo.

A pesar de todo, en esa empresa aprendí muchísimo, la mayor parte por mí misma, y también gracias a un buen compañero, que ahora es amigo, él era quien me enseñaba y siempre estaba dispuesto a tenderme la mano. Allí, no tenía una buena salud mental, pero decidí seguir, porque viendo la realidad de la vida, si no tienes experiencia es muy difícil encontrar trabajo.

Una vez terminé mi contrato de aproximadamente un año, y al no renovarme, sinceramente me sentí aliviada, era una sensación super extraña porque no tenía trabajo, pero estaba tranquila.

Un par de meses después de seguir buscando trabajo me llegó una nueva oportunidad, donde actualmente estoy trabajando, también en el sector de la automatización. En esta empresa me siento bien, se ajusta a mis ideales y a mi visión de lo que tiene que ser un trabajo bien organizado. Aquí he podido ver como se trabaja en equipo, como se valora el esfuerzo, como te incluyen en los proyectos y como tienen en cuenta tus opiniones.

A día de hoy, estoy muy contenta de lo que he conseguido, de lo que he vivido y de donde estoy, y, espero poder seguir ejerciendo en el sector de la automatización por muchos años.

La moraleja de esta historia es que las empresas tienen que dar el paso de contratar a personas jóvenes recién salidas de la carrera, independientemente de su experiencia, confiar en que van a aprender, enseñarles, y valorar los resultados en función de las situaciones vividas, en muchas ocasiones se sorprenderán de los profesionales que han contratado.