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UniversidaddeCádiz
Escuela Superior de Ingeniería

Mujeres de la ESI: referentes para futuras ingenieras

Ana Gómez Gonzále

Scala Software Engineer en 47 Degrees

De pequeña jugaba con los fonendoscopios y las batas de mis padres, ambos médicos, y me encantaba aprender sobre el cuerpo humano. Pero el día que tuve mi propio PC supongo que mi vida cambió un poquito. Recuerdo además que tuvimos pronto Internet en casa y eso me abrió un abanico infinito de posibilidades. Pronto edité mis primeros HTMLs sin saber bien lo que aquello era para construir una página sobre una de mis pasiones de por entonces, el mágico mundo de Harry Potter. Cuando no sabía bien cómo hacer algo, tenía muchos tutoriales a tan sólo un click y eso me fascinaba. Pronto me empezó a llamar la atención la tecnología: yo quería conocer bien cómo funcionaban esas máquinas con las que me sentía capaz de poder hacer de todo.

Según avanzaba en la E.S.O, las Matemáticas comenzaron a costarme algo más, y francamente, las letras siempre se me dieron bastante mejor. Es curioso -pues tuve la suerte de que mi entorno nunca fue limitante- pero comencé a creer que quizás una Ingeniería no fuese lo mío. Mis padres siempre me dijeron que me dedicara a aquello que yo quisiera, que con esfuerzo y tesón lo conseguiría. También tuve profesores maravillosos que conocían de mi pasión por este mundo y trataron siempre de eliminar todo atisbo de duda en mi capacidad. Con el tiempo he sabido que a muchas niñas y jóvenes les ocurre lo mismo y considero que es algo que a nivel educativo tendremos que atajar. No podemos permitirnos perder por el camino a las futuras profesionales del ámbito STEM. Un ámbito de alta empleabilidad y generalmente con buenas condiciones y sueldos al que la mujer debe tener una oportunidad efectiva de acceder.

Finalmente, dejando atrás todos mis recelos, comencé mis estudios en el Grado de Ingeniería Informática.

Quise aprovechar al máximo mis años universitarios y por ello también me involucré bastante en la Delegación de Alumnos de la ESI e incluso en la representación estudiantil a nivel nacional acudiendo a RITSI (Reunión de Estudiantes de Ingenierías Técnicas y Superiores de Informática). De hecho, en marzo del 2015 organizamos en Cádiz la XLII Asamblea de la Asociación y el VI Congreso RITSI, un evento que unía a estudiantes y profesionales en torno a las últimas novedades del sector tecnológico. Sacar aquello adelante no fue cosa fácil, pero es brutal la cantidad de competencias transversales que adquirí y todo el crecimiento personal que me llevé.

Por supuesto también viví de primera mano -manifestaciones y caceroladas incluidas- el traslado de la ESI de la Calle Chile en Cádiz hasta el campus de Puerto Real. Siempre estaré muy orgullosa de lo que conseguimos en la Delegación junto con el resto la Comunidad Universitaria en esos años.

Lo de quedarme muy quieta no va mucho conmigo, por eso además durante un año probé a ser profesora de extraescolares en dos colegios de Cádiz para enseñar robótica, electrónica e iniciación a la programación a escolares de diferentes niveles de Primaria. Pocas veces me sentí tan realizada como explicando qué era un algoritmo a chavalas y chavales que, aunque ya han nacido en una era totalmente digital, aún tienen que conocer las posibilidades infinitas que les ofrece este mundo y deben sentirse partícipes y creadores del mismo.

A medida que va avanzando el Grado -o por lo menos ese fue mi caso- más te vas ilusionando y más interesante se pone todo. Cuando por fin aterrizas conceptos teóricos y los empiezas a poner en práctica en proyectos más cercanos al mundo real es cuando todo esfuerzo comienza a cobrar sentido. Cierto es (y nadie lo niega) que puede ser complicado no desesperarse en el camino, pero merece la pena no desistir y llegar al final. La base de la que se parte estudiando el Grado es amplia y da confianza para afrontar el aprendizaje de todo lo que pueda llegar luego, sea una nueva tecnología, un nuevo framework, un nuevo modelo de aprendizaje automático, un nuevo método de gestión de proyectos software…

Estuve en el Grupo de Investigación de Sistemas Inteligentes de Computación un año como alumna colaboradora y me fascinó la cantidad de proyectos interesantes y heterogéneos en los que trabajaban. Una de mis tareas fue investigar la posibilidad de conectar Blender con Matlab para el manejo de brazos robóticos de manera programática y visual.

Mi primer contacto con el mundo laboral lo tuve realizando una Erasmus+ Prácticas entre julio y septiembre del 2018 en Lisboa, ciudad que desde entonces adoro. Recomiendo mucho este tipo de programa, menos conocido que el Erasmus tradicional. Yo estaba cursando la rama de “Computación” y ese verano pude poner en práctica muchas de las cosas aprendidas. Allí ayudé a comenzar un proyecto de innovación en una empresa para comenzar a aprovechar los datos que poseían ya que querían iniciarse en el terreno del Machine Learning y el Big Data.

Fui avanzando de curso poco a poco, a mi ritmo, y eso es algo que siempre defenderé: cada cual tiene sus circunstancias y sus tiempos.

Y esos tiempos caprichosos me llevaron a poder participar en un programa que durante algunos años no se estuvo ofreciendo por falta de apoyo institucional pero que volvió con mucha fuerza en el curso 2018/2019. Hablo del Programa Univergem. Participar en él me ayudó a formarme mucho en cuanto a emprendimiento, empleo y género y también a conocer a muchas mujeres maravillosas e inspiradoras. Pero, sobre todo, gracias a Univergem pude realizar prácticas en la que siempre fue una de mis empresas favoritas de mi ámbito en la Bahía de Cádiz. Hoy en día, y gracias a aquella oportunidad, puedo decir que soy una Ingeniera de Software especialista en Scala en 47 Degrees. Me siento muy afortunada por formar parte de una consultora global (con una sede en La Isla de Camarón, ole ahí) junto a profesionales de altísimo nivel, pero, sobre todo, por pertenecer a una empresa la cual comparte mis valores de igualdad, diversidad e inclusión.

El Síndrome de la Impostora viene aún algunas veces a visitarme, pero si echo la vista atrás, no puedo más que estar muy satisfecha del camino que voy trazando y que transito feliz. Ojalá mi ejemplo personal sirviese de algo para todas aquellas que están por llegar. Yo ya me siento orgullosa por todo lo que sé vais a conseguir. ¡Valéis mucho, que nada os limite!